El bienestar
Muchas personas inician mal el día, y con ello no sólo tienen un mal despertar, sino una jornada que, al paso de las horas, se van convirtiendo en nefasta. a otras personas les ocurre lo contrario, saben levantarse de una forma armónica y ese disgustillo de las once de la mañana, sin dejar de serlo, se va minimizando al cabo del día porque saben encontrar la forma de cambiar las situaciones a su favor.
Como iremos viendo a lo largo de los apartados de éste capítulo, no se trata de ser excesivamente benévolos en todo cuanto ocurra. Tenemos el derecho y la obligación de enfadarnos cuando acontece un hecho que nos resulta desagradable. Pero para compensar todo ello, también tenemos el derecho y la obligación de vivir las cosas tal y como suceden y celebrar las positivas a pesar del disgusto anterior.
A lo largo de un día pueden ocurrir tantas cosas que sólo nosotros los auténticos responsables de su canalización. No se trata de afirmar que si todo es bueno es gracias a nuestra actuación, por supuesto que no, pero tampoco somos los responsables de las desgracias, adversidades y problemas. Y ahí está justamente el equilibrio. Si sabemos mantenernos en equilibrio lograremos obtener bienestar quizá no minuto a minuto, pero sí jornada a jornada.
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